martes, 9 de julio de 2013

Los bailarines



Laura lucía sus galas de domingo, la amplia falda casi envolvía a Emiliano cuando daban giros, en la euforia del baile. Tenía una tierna sonrisa dibujada en su rostro del color café suave de la tierra que los  viera nacer. Su cabello negro, peinado en dos trenzas y adornado con listones color grana, cautivaba a Emiliano. Él se sentía orgulloso por ser su compañero de baile y los dos  querían que éste no acabase, tener un pretexto para rozar sus cuerpos y abrazarse mientras  intercambiaban sonrisas, entre revuelo de faldas y taconeos. La música alegre contagiaba sus sentidos y con emoción recibieron los aplausos conquistados. Hubieran querido que el tiempo se hiciera eterno y contar con una remota posibilidad de permanecer juntos. Después de tres bailes más, dieron término a su actuación. Ante el júbilo de la gente que había disfrutado con ellos, fueron conducidos fuera del escenario. Emiliano consiguió rozar por un momento la mano de Laura, antes de que el titiritero los arrojara con indiferencia en cajas separadas.


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