martes, 9 de julio de 2013

Águila




Déjala a ella que sea águila, le pertenece al viento y a las fronteras. Su destino es la cumbre de las montañas desde donde puede divisar los dos mundos, el que ahora la tiene presa y el que añoran sus ojos y llora su instinto.
El viento escuchó el pedido del chaman y se apiadó de sus ruegos. Empezó a soplar con fuerza hasta que levantó el improvisado techo. Ella levantó la cabeza y pudo ver la invitación del cielo, arrancó con el pico la tira de cuero que la mantenía atada y sus alas le dieron por primera el impulso que necesitaba.
Abajo, agradeciendo al viento por haberlo escuchado y al Dios que creó la maravilla que se perdía a lo lejos, danzaba el chaman alrededor del fuego.




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